LIBERTAD BAJO PALABRA. EL PROYECTO `ORATORIA Y DEBATE´ DE LA EDITORIAL ALEGORÍA

Pericles expresó una idea central en la antigua democracia griega: «El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar». No solo porque sus ideas queden enclaustradas, sin llegar a los demás, sino también, o sobre todo, porque no reciben la réplica que le impulsaría a profundizarlas, matizarlas o, en su caso, abandonarlas.

Los griegos crearon el concepto de `isegoría´ que significa literalmente “igualdad en el ágora”, o sea, en la asamblea de ciudadanos (que solían reunirse en la plaza pública o ágora). Podemos traducirla libremente como “igualdad en el uso de la palabra libre”. Y es conveniente entenderla no solo como libertad de expresión sino también como libertad de pensamiento, pues pensamos con palabras; si faltan estas, no puede haber inteligencia de nada. Por tanto, solo aquellos para los que la palabra es transparencia (hacia dentro y hacia fuera) son verdaderamente libres.

Por otro lado, la democracia bien entendida es un diálogo ampliado en el que participan todos los ciudadanos. Si el diálogo es pobre, también lo será el proyecto democrático, que quedará a merced de charlatanes y embaucadores.

En coherencia con todo lo anterior, este proyecto se vertebra con miras a propiciar un triple aprendizaje en el alumnado:

1) Aprender a convencer. Familiarizar al alumno con el buen uso de la palabra implica no solo ser capaz de persuadir sino también de desarrollar la aptitud para ser persuadidos. O sea, la capacidad de aclarar nuestras reivindicaciones y exponer nuestros puntos de vista y, al mismo tiempo, atender a las argumentaciones presentadas por otros que chocan o pueden chocar con nuestros intereses. La educación debe resaltar la idea de que nuestras opiniones no son una coraza tras la que uno se encierra, sino que deben salir a la palestra para enfrentarse con provechoso a las de otros.

2) Aprender a hablar en público. Constituye una evidencia que en España no se ha enseñado a hablar en público. Y también lo es que esta deficiencia supone un importante lastre para el desarrollo profesional y personal. Hora es ya de cambiar una inercia tan negligente y estéril.

3) Aprender a pensar con veracidad. La conversación pública y la búsqueda colectiva de la verdad exigen saber detectar las trampas y los vicios argumentales, así como reconocer todas las interferencias personales y colectivas que suelen comparecer en los debates. El precio que pagan las sociedades por descuidar este aspecto se paga en forma de polarización, populismo y su inevitable corolario, la distaxia (término griego que alude al desorden político que pone en riesgo la pervivencia del Estado). De ahí que María Zambrano definiera la democracia como «una sociedad donde no sólo es permitido sino exigido el ser persona». Por eso también la filósofa malagueña expresó que: «La polis podría haber dicho a su ciudadano “de que seas un hombre depende mi existencia”». En efecto, si no existe una ciudadanía cabal, crítica, consumada, la polis ‒la sociedad autogestionada democráticamente‒ pasa a ser un empeño imposible… o el nombre de otra cosa.

Para cumplir estos objetivos tan ambiciosos, este proyecto apuesta por la claridad expositiva (sin renunciar a la profundidad), un enfoque sugerente (a través de aquello que atrae y es significativo psicológicamente para los adolescentes) y un apoyo constante en la práctica (que obliga al alumnado a ejercitar de manera continua lo aprendido teóricamente).

Hace muchos siglos, el emperador-filósofo Marco Aurelio escribió «Los hombres han nacido los unos para los otros: edúcalos o padécelos». Nosotros apostamos por lo primero, no al modo de huera declaración de intenciones, sino armando esa elección.

-Aquí tienes un enlace donde puedes consultar, casi íntegros, los tres libros publicados: nivel iniciación, medio y avanzado:

https://editorialalegoria.com/web/oratoria-y-debate/

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